Durante semanas los magallánicos se preguntaron qué pasaba con la nieve que no quería hacerse presente.
Grandes y chicos anhelaban la llegada del blanco invierno, como corresponde en una ciudad austral y como nostalgia de las décadas anteriores a los 80.
Finalmente la nieve apareció, y lo hizo con gran intensidad, tanto en Punta Arenas, como en el resto de las localidades de la región. Llegó con tal intensidad que inmediatamente comenzó a provocar los primeros inconvenientes para automovilistas y peatones.
Las bajas temperaturas, el hielo y la escarcha, si bien no generaron grandes problemas, dejó al descubierto una realidad oculta para muchos, pero que nunca deja indiferente a un grupo de personas que eligió dejar el calor y la comodidad de sus hogares, para asistir a aquellos que no tienen la suerte de contar con un abrigo o una familia que los acoja.
Cuando muchos pensamos en la forma de soportar de una mejor manera el frío invernal, quizás a través de un café caliente, o algo de ropa que nos permita continuar con nuestras actividades habituales, existe un grupo no menor de personas que no cuentan si quiera, con la posibilidad de elegir.
Son aquellas personas que, por los motivos más diversos y muchas veces desconocidos, han terminado ocupando las calles de la ciudad como hogar, y la generosidad de los vecinos, como su grupo social más cercano.
La situación de personas en situación de calle, es una realidad nacional, donde Magallanes no queda fuera de esta triste y cruda verdad que afecta a miles de personas a lo largo y ancho de Chile.
El día que comenzó a caer la primera nevada en la ciudad, junto con el cuidado por la hielo y la escarcha, también aparecieron las primeras necesidades de cubrirse del gélido clima y de alimentarse.
En el invierno las necesidades no son las mismas que durante el resto de año.
En esta época, se necesita no solo vestirse de manera adecuada, sino además, alimentarse con aportes más calóricos.