Las rabietas son una manera de expresar frustración, enojo u otro tipo de malestar emocional. Al no disponer de mayores recursos, el niño explota en un estallido de patadas, gritos y llantos.
Los berrinches son algo natural alrededor de los dos años de vida de los niños. En esta etapa necesitan elegir, imponerse, saltarse límites y oponerse al adulto para demostrar su propia identidad. Esto no es una tarea fácil y por eso a veces usará la rabieta como estrategia. Por otro lado, los párvulos quieren hacer muchas cosas, pero a menudo su voluntad está por encima de sus capacidades y esto los conduce a la frustración y a la rabieta. Otra de las causas de las rabietas son el cansancio y el agotamiento. Por otra parte, en las últimas horas del día los niños están cansados y les cuesta buscar respuestas, recursos y alternativas de comunicación, por lo que suelen recurrir a los berrinches. Además, las necesidades básicas no cubiertas como: hambre, sueño, cansancio, hacen que el niño se irrite y cualquier cosa le moleste y le genere disgusto.
Las principales causas de las rabietas en los preescolares son los siguiente:
- Necesidad de desarrollar su autonomía que se ve frenada, porque aún no está preparado para ser completamente independiente.
- No poder tener o hacer todo lo que desea.
- No poseer todos los recursos para expresar lo que está pensando o sintiendo.
Algunas sugerencias para manejar las rabietas:
- No hay que prestar atención a la rabieta. Si se responde de forma automática a la rabieta, por ejemplo: entregarle de inmediato algo que está exigiendo y que no necesita, esto impedirá que el pequeño aprenda a tolerar esa frustración. Debe aprender que con las rabietas no consiguiera su objetivo.
- Hay que esperar que el pequeño se calme, entonces hay que actuar. Cuando el pequeño esté bajo una rabieta, deje que siga con esa conducta y no le preste atención. Recuérdele que debe calmarse. Cuando este sosegado actúe.
- Explíquele sin alterarse, que cuando él se tranquilice le prestará atención y en conjunto verán cómo solucionar la situación.
- No pierdas la calma, un enojo o disgusto de su parte, es una forma de prestarle atención. Así el pequeño aprenderá que su rabieta funciona.
- Hay que actuar con firmeza y constancia, mostrándole cariño y no rabia. Dígale algo así como: “Si no te calmas no sabré qué es lo que te pasa, cuando te tranquilices me lo explicas y hacemos algo”.
- Desvíe la atención del niño hacia otra cosa. Si puede en el momento de la rabieta o justo antes de que empiece, desvíe la atención del pequeño. Cambie de tema de conversación o muéstrale algo que le guste.
- Procure que los pequeños descarguen tensiones. Por ejemplo: llévalo al parque, a andar en bicicleta.
- Sea compresivo y censure la rabieta, pero nunca su persona, Por ejemplo, dígale: “Tus rabietas hacen que me desesperen” (conducta) Jamás le diga frases como la siguiente: “Porque eres malo haces berrinche” (alude a su persona).