La decisión de la Cámara de Diputados de aprobar el proyecto de voto obligatorio sin sanciones provocó inmediatas reacciones críticas en Magallanes.
Autoridades y exautoridades de la región coincidieron en que la medida carece de sentido práctico y representa un error político que debilita la democracia.
Incentivo al voto
El senador Alejandro Kusanovic fue categórico: “El voto obligatorio sin ningún tipo de sanción o multa equivale, en la práctica, a un voto no obligatorio”. A su juicio, la discusión debió orientarse a generar incentivos concretos para participar.
“En mi opinión, y así lo propuse, debió implementarse el concepto del ‘Certificado de Votante al Día’, emitido por el Registro Civil. Este documento sería exigido para postular a empleos públicos, acceder a subsidios estatales y realizar ciertos trámites, e incluso podría ser solicitado de manera voluntaria por el sector privado”, planteó el parlamentario.
Oportunidad de mejora
El exseremi de Obras Públicas, Juan Francisco Miranda, también expresó su molestia por la señal legislativa: “A mí no me parece que se haya relajado la obligatoriedad de votar. Creo que es un deber para quien se sienta parte de un país elegir a las autoridades y darle vida a la democracia”.
En tal sentido, Miranda señala que aún hay oportunidad de reajustar criterios: “Espero que en el Senado se reponga, y que en comisión mixta finalmente se reinstale el voto obligatorio con multa para quien sin justificación no participa”.
Sin multa no hay obligación
En tanto, el exseremi Juan Marcos Henríquez aportó una visión complementaria, subrayando la contradicción que genera el proyecto aprobado: “Yo soy aun de los que cree que el voto es un derecho y no una obligación, pero que trae deberes asociados. En la disyuntiva actual, habiéndose aprobado el voto obligatorio, considero que es evidente que debe traer asociado sanciones, de lo contrario, no tendrá efecto”.
Desde Magallanes, las voces políticas apuntan a un diagnóstico común: sin sanciones, la ley se transforma en un gesto simbólico que no asegura mayor participación. La expectativa ahora está en la tramitación en el Senado, donde esperan que se reinstale el carácter obligatorio del voto, con consecuencias claras para quienes decidan marginarse sin justificación.