Ya en 2007 un estudio conjunto de dos años entre la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad La Sapienza de Roma había alertado de niveles relativamente altos de contaminación por metales en las aguas de Canal Beagle, Sin embargo, el mismo análisis descartaba riesgo sanitario para el consumo de recursos.
En aquella oportunidad, la doctora Mabel Tudino, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA), señaló que “tuvimos una sorpresa al hallar niveles relativamente altos pero no alarmantes de cadmio en moluscos del lugar. Aquí se quería determinar si las aguas costeras del Canal de Beagle podían ser identificadas como sitios control, es decir las más limpias o menos contaminadas de la Tierra. No obstante la realidad fue otra. Y si bien los niveles de polución son bajos, resultan similares a otras zonas del planeta”, detalló.
Sin embargo, durante la última se conoció de un nuevo estudio o de la actualización de los antecedentes, los que ratifican que las aguas del Beagle no sólo contienen rastros de distintos metales, sino que en algunos casos sus niveles superan los registrados en el Mediterráneo, que recibe 730?toneladas diarias de residuos plásticos, y representa uno de los mayores depósitos de contaminación en el mundo marino.
El argentino Marcelo Conti, investigador del Instituto de Protección Ambiental de la Universidad de Roma, y sus colegas Jorge Stripeikis, Maria Grazia Finoia y Mabel Beatriz Tudino tomaron como referencia las lapas, moluscos bivalvos que pueden concentrar miles de veces trazas de metales presentes en el agua. Siendo estos seres indicadores de precisión para determinarlo.
Los científicos tomaron muestras en siete puntos del Canal Beagle, a lo largo de 170 km de costa que van desde la bahía Lapataia hasta Punta Moat, en busca de metales como cadmio, cobre, cromo, zinc, plomo y níquel.
Los moluscos contaminados son consumidos por mamíferos marinos (como lobos marinos, con una población estimada de 10,000 individuos), aves (como cormoranes, con 5,000 parejas reproductoras) y humanos. “Y dado que los niveles de metales pesados acumulados dependen de factores como la temperatura, la salinidad, la dieta y las variaciones estacionales, podrían representar un riesgo ya que son tóxicos incluso en cantidades muy pequeñas”, se concluyó.